La frustración es otra de tantas emociones que podemos experimentar a lo largo del día. Como tal, tiene una función y lo mejor que podemos hacer con ella es entenderla, aceptarla y escucharla.
Conlleva sentimientos de tristeza, decepción, ira y/o molestia ante la imposibilidad de satisfacer un objetivo o deseo. Si eres padre o madre, te habrás dado cuenta de que nuestros peques experimentan frustración de forma frecuente, al igual que nosotros. Pueden manifestarla en forma de rabietas, conductas destructivas, sentimientos de inutilidad, etc. Todavía deben aprender a gestionarla y tolerarla.
La tolerancia a la frustración nos permite afrontar y manejar situaciones estresantes o adversas. Se relaciona con:
- Mayor regulación emocional
- Mejor autoestima
- Control de impulsos
- Mayor capacidad de adaptación
- Mayor capacidad de resolución de problemas
Como ves, ¡es algo realmente importante! Quizá entonces te estés preguntando cómo podemos hacer los padres y/o madres para ayudarles a desarrollar esta capacidad. Aquí te dejamos unas breves recomendaciones. Recuerda que siempre puedes acudir a un profesional que te ayudará en todo lo necesario. Puedes solicitar una cita con nuestro equipo si lo consideras oportuno.
- Ayúdale a identificar la fuente de estrés: “Estás enfadado/a porque se ha caído la torre que estabas construyendo”
- Ayúdale a identificar la emoción asociada y valida su experiencia: “Quizá sientas como una mezcla de tristeza y enfado. Se llama frustración. Yo en tu lugar probablemente sentiría algo parecido”.
- Ayúdale a generar alternativas de solución: “¿Qué te parece si lo intentamos de nuevo en una mesa más estable?”
- Refuerza las conductas deseadas cuando aparezcan: “Lo has vuelto a intentar y eso está muy bien”